Abril 28 2020
La responsabilidad digital corporativa abarca cuatro áreas: social, económica, tecnológica y ambiental, que deben fusionarse en un solo paraguas organizacional.
La sostenibilidad y la digitalización han sido dos de las tendencias comerciales globales más importantes en los últimos años. La sostenibilidad se refiere a la relación de la humanidad con el mundo natural, mientras que la digitalización se centra en el mundo virtual. Al carecer de raíces comunes obvias, se han desarrollado más o menos independientemente el uno del otro, pero es hora de que estos dos mundos se fusionen.
La necesidad de esta fusión es simple. Los riesgos para la humanidad de las prácticas digitales deficientes o poco éticas están aumentando rápidamente y ya no pueden ignorarse. Imagina el daño que podría causar un arma controlada por IA malévola, el impacto de una pérdida total de la privacidad personal o los costos sociales y económicos de los trabajos no regulados en la economía del trabajo con poca o ninguna protección social. Los resultados potenciales de estos y otros escenarios están comenzando a ser discutidos abiertamente dentro de los gobiernos y la sociedad civil. Ahora las entidades corporativas deben unirse al debate.
De hecho, el mundo empresarial está empezando a darse cuenta de sus responsabilidades para proteger el planeta. Las grandes entidades como Unilever han defendido durante mucho tiempo la sostenibilidad como un objetivo corporativo clave. El Foro Económico Mundial de 2020 en Davos, Suiza, eligió “cómo salvar el planeta” como tema rector. Incluso el despiadado mundo del capital privado está tomando nota, como lo demuestra el reciente anuncio de BlackRock de que dará prioridad a las inversiones en entidades sostenibles.
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Estas organizaciones se dan cuenta de que las prácticas sostenibles no solo son buenas para el medio ambiente, sino también para las empresas. Las marcas de vida sostenible de Unilever han representado más del 75% del crecimiento reciente de la empresa.
Sin embargo, dentro de la mayoría de las empresas, los aspectos digitales de la sostenibilidad se han distribuido poco a poco entre varios departamentos corporativos, si no se han pasado por alto por completo. Reunir estos elementos dispares y fragmentados bajo un solo paraguas permite abordarlos de manera coherente y complementaria. Este nuevo enfoque consolidado se conoce como responsabilidad digital corporativa. CDR es un subconjunto de la responsabilidad social corporativa, una entidad ya establecida en muchas organizaciones.
Defino CDR como un conjunto de prácticas y comportamientos que ayudan a una organización a utilizar los datos y las tecnologías digitales de una manera social, económica, tecnológica y ambientalmente responsable.
Las cuatro categorías de CDR
Cada una de las cuatro categorías de CDR contiene componentes que generan oportunidades significativas para crear una diferenciación competitiva. (Consulta “Las 4 categorías de responsabilidad digital corporativa”). También pueden convertirse en amenazas si no se abordan adecuadamente.
La responsabilidad social corporativa digital implica la relación de una organización con las personas y la sociedad. El tema vital de la protección de la privacidad de los datos de clientes, empleados y otras partes interesadas se incluyen en esta área. También incorpora aspectos de la diversidad y la inclusión digitales, como salvar una brecha cada vez mayor entre los que tienen y los que no tienen digitales en todas las geografías, industrias, clases sociales y demografía por edades.
La responsabilidad digital empresarial económica se refiere a la gestión responsable de los impactos económicos de las tecnologías digitales. Mucho se ha hablado sobre la sustitución de trabajos humanos por robots y otras tecnologías digitales, y esta es sin duda una parte relevante de la CDR económica. La CDR económica también se relaciona con la creación de nuevos trabajos de la era digital que son enriquecedores, útiles e interesantes. La evidencia emergente sugiere que los trabajos creados por la llamada economía de los conciertos a menudo son poco interesantes, repetitivos y mal pagados. También surgen preguntas sobre cómo las empresas comparten los beneficios económicos de la digitalización con la sociedad a través de los impuestos sobre el trabajo digital, y si los propietarios originales de los datos monetizados reciben una compensación justa y de qué manera.
La responsabilidad digital corporativa tecnológica está vinculada a la creación responsable de las propias tecnologías. Por ejemplo, los algoritmos de toma de decisiones de IA sesgados o inexactos pueden conducir a prácticas injustas o discriminatorias, como se ha observado en muchos motores de recomendación. En 2017, más de 1,000 investigadores de IA, incluidas luminarias como Elon Musk y Stephen Hawking, firmaron una carta abierta en la que pedían la prohibición del uso de armas de IA y tecnologías digitales similares. Otras tecnologías, como los llamados videos deepfake en los que se hace que las personas aparezcan de manera realista diciendo o haciendo cosas que no hicieron, también pueden tener efectos dañinos en la sociedad.
Por último, la responsabilidad digital corporativa medioambiental se refiere al vínculo entre las tecnologías digitales y el entorno físico, incluidas las cuestiones del reciclaje responsable o la eliminación de equipos informáticos antiguos. Prolongar los ciclos de obsolescencia en un año, por ejemplo, podría tener un enorme impacto positivo en el medio ambiente. Otra consideración es limitar el consumo de energía, incluida la reducción del uso de electricidad para respaldar la minería de bitcoins.
Un enfoque consolidado de la sostenibilidad digital
Existen muchos procesos, prácticas y proyectos organizacionales para abordar los aspectos digitales de la responsabilidad social, económica, tecnológica y ambiental, pero rara vez se coordinan u optimizan. La ciberseguridad, por ejemplo, tiende a ser responsabilidad de los departamentos de TI, mientras que la automatización de la fuerza laboral puede caer dentro del ámbito de las operaciones, sin embargo, otros elementos pueden recaer en RR.HH., legal, ingeniería o líneas comerciales particulares.
Para garantizar una mejor mitigación de los riesgos y la captura de recompensas, estas áreas dispares deben coordinarse colectivamente. La responsabilidad de este enfoque consolidado podría recaer en una oficina de CDR que coordina y supervisa el papel de las tecnologías digitales para promover prácticas comerciales éticas y sostenibles. Esta oficina debe consistir en un equipo multifuncional de tomadores de decisiones clave de áreas como TI, legal, cadena de suministro y administración, en lugar de otra función corporativa aislada.
Las organizaciones deben examinar cómo sus tecnologías y prácticas digitales impactan a los empleados, los clientes y la sociedad en general. No hacerlo puede generar una gran cantidad de problemas, como la resistencia de los empleados, como hemos visto recientemente en Amazon y en gigantes de Silicon Valley como Google. Las prácticas de sostenibilidad digital no examinadas o insuficientes también pueden conducir a la caída de los ingresos y las ganancias, ya que la sociedad civil exige prácticas más responsables, dirigidas a organizaciones que se consideran insuficientes. La falta de acción también podría dar lugar a regulaciones más estrictas, como la legislación GDPR de la Unión Europea, que incluye sanciones severas por comportamiento o inacción que no cumpla con las normas.
A medida que las tendencias de sostenibilidad y digitalización continúen creciendo, CDR se volverá cada vez más relevante para el desempeño organizacional, tanto para mitigar riesgos como para deleitar a los consumidores cada vez más digitales y conocedores de la sostenibilidad de nuevas formas. Las organizaciones que no adopten un enfoque coordinado y sinérgico de CDR pueden tener problemas con los clientes, empleados y reguladores.