Mientras un comentario de Chicharito o un insulto viral encienden las redes, la historia de una maestra que le arrebataron la vida pasa casi desapercibida. ¿Por qué se normaliza lo urgente?
¿Por qué algunas historias estallan en redes mientras otras, aunque más graves, apenas alcanzan a circular? La respuesta no está solo en el contenido, sino en la forma en que la se que consumen, se comparten y se priorizan. Casos como los de Chicharito o “Lady Racista” se vuelven virales en minutos. En contraste, la historia de la maestra Irma, aún con su carga humana y trágica, apenas generó conversación.
Este fenómeno se explica desde una mirada que cruza lo emocional, lo mediático y lo estructural.
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El futbolista Javier “Chicharito” Hernández se volvió tendencia tras publicar un video en el que hace comentarios sobre el machismo. Bastó una grabación en su cuenta personal para activar miles de reacciones. Su fama hizo el resto.
Por otro lado, Ximena “N”, conocida en redes como “Lady Racista”, fue grabada mientras insultaba a un policía por motivos relacionados con su tono de piel. El video se difundió con velocidad. Había rostro, audio y un detonante perfecto: la indignación.
Luego está el caso de la maestra Irma, que exigía atención por razones muy distintas. Su historia apareció en un video donde se le ve escoltada por hombres armados, obligada a leer un mensaje. Días después, fue encontrada sin vida. A pesar de lo alarmante, su caso apenas logró generar conversación.
De acuerdo con el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, las redes sociales se comportan como sistemas donde ciertas voces, como las de influencers o figuras públicas, tienen nodos de conexión más potentes.
Son puntos de alto impacto que amplifican cualquier contenido, sin importar su calidad o profundidad.
El algoritmo, además, prioriza aquello que genera reacciones inmediatas: ira, sorpresa, escándalo. Y es ahí donde las historias más extremas, más viscerales, terminan por dominar la conversación.
La historia de la maestra Irma no es solo dolorosa, también es un reflejo de cómo el esfuerzo, la valentía o el sacrificio en contextos rurales o marginados rara vez logran colocarse en la agenda pública. No por falta de mérito, sino porque no alimentan el circuito de lo viral.
Mientras tanto, las figuras públicas, por el simple hecho de serlo, mueven conversaciones, titulares y emociones. En este entorno, la fama y el escándalo se convierten en moneda de visibilidad.
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