La comunicación violenta puede generar un ambiente de trabajo tóxico, afectar negativamente las relaciones laborales y disminuir la productividad y el trabajo en equipo.
La comunicación juega un papel fundamental en nuestras vidas, especialmente durante las conversaciones difíciles. Sin embargo, factores como las emociones intensas, la falta de habilidades comunicativas adecuadas o la falta de escucha activa puede generar situaciones en las que la comunicación se torna confusa, ineficiente o incluso se rompe por completo.
Es importante reconocer que la mala comunicación no siempre es intencional, pero puede tener un impacto significativo en nuestras relaciones personales y profesionales, deteriorando la confianza en los espacios de trabajo.
Este tipo de comunicación puede manifestarse de diversas formas, como insultos, críticas hirientes, desprecio, gritos o amenazas. Sin embargo, la comunicación violenta no se limita únicamente a esto. También puede estar presente de maneras más sutiles como bromas, consejos no solicitados o cumplidos excesivos.
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En este contexto, es crucial aprender a identificar los obstáculos que dificultan una comunicación clara y efectiva durante las conversaciones difíciles. Al desarrollar nuestras habilidades de comunicación, podremos enfrentar estos desafíos de manera más constructiva, buscando soluciones y entendimiento mutuo.
Como parte de nuestros programas de aprendizaje y diagnóstico de culturas corporativas que hacemos a nuestros clientes, el mal manejo de conversaciones difíciles es un tema crucial que procuramos diagnosticar y tratar. Y en esta ocasión, hablaremos de las principales características de la comunicación violenta y otros tipos de comunicación que entorpecen el diálogo y la mejora continua.
La comunicación violenta es todo acto comunicativo que lleva a la otra persona a alejarse o cerrarse, aunque esté lejos de nuestra intención ocasionar tal efecto. Estamos acostumbrados a comunicarnos violentamente y la mayor parte del tiempo no nos damos cuenta.
Comunicarse de manera violenta no siempre implica alzar la voz o utilizar palabras despectivas. También lo es:
Si nos irritamos cuando alguien usa alguna de estas formas, lo lógico es pensar que a otras personas tampoco les agradará. Un primer paso para cambiar esto es considerar cómo normalmente abordamos e iniciamos una conversación, ¿adoptamos inconscientemente actitudes que podrían disminuir la empatía de la otra persona?
La comunicación violenta puede generar un ambiente de trabajo tóxico, afectar negativamente las relaciones laborales y disminuir la productividad y el trabajo en equipo. Además, puede dañar la reputación y la imagen profesional de quienes la practican, afectando su desarrollo profesional a largo plazo.
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La comunicación violenta no es el único tipo de comunicación que complica una conversación difícil. Existen otros tipos de comunicación que no sólo merman la oportunidad de lograr un mejor entendimiento durante las conversaciones difíciles, sino que provocan que asumamos e interpretemos de maneras que nos puedan hacer cometer aún más errores:
Es cuando tu lenguaje verbal y corporal son incoherentes. Por ejemplo gritar “NO ESTOY ENOJADO”. De esta manera confundimos y damos poca claridad del mensaje a la otra persona. Es muy importante ser coherentes en lo que decimos y la expresión que lo acompaña.
Es cuando el mensaje que damos es vago. Por ejemplo, decir: “la puerta está abierta…” y esperar que la otra persona entienda que hay que cerrarla. De esta manera no se termina de entender lo que se espera de otras personas, ni de quién es la responsabilidad de tomar acción. La comunicación debe ser lo más directa posible y ser específicos con el mensaje que queremos dar.
Es cuando una de las dos partes está intentando probar que su punto es más importante o relevante que el de la otra persona. Por ejemplo: “¿Crees que tienes un problema? Espera a escuchar el mío”. Con esto se genera un sentimiento de desestimación hacia la otra persona, pudiendo provocar que sienta que sus ideas o sentimientos no son importantes. Debemos permitir que los demás se expresen y compartan sus experiencias, siempre escuchando atentamente.
Surge cuando una de las partes intenta resolver el problema de la otra o dar consejos. Esto genera sentimientos encontrados y una sensación de que el que escucha, es más capaz de encontrar soluciones. La clave es esperar a que te pidan el consejo o apoyo para encontrar una solución al conflicto.
¿Qué es la comunicación efectiva y cómo lograrla?
Es cuando resaltas rasgos negativos en la personalidad de la otra persona. Por ejemplo: “Eres un flojo, siempre llegas tarde, eres irresponsable, etc.” Si comienzas una conversación de esta forma, es probable que el resultado no sea positivo. Cuando queremos hablar con la otra persona sobre errores o fallas, es clave dirigir la conversación hacia cómo podemos mejorar, en lugar de señalar y acusar.
Es cuando se intenta obtener algo de la otra persona utilizando sus necesidades afectivas. Por ejemplo: “Deberías hacer esta presentación, porque eres el mejor en esto”. Algunas veces, este tipo de comunicación es muy sutil, por lo que puede tomar tiempo que la otra persona lo note, pero una vez que se da cuenta, el conflicto surgirá especialmente si se han tomado decisiones complicadas. Es necesario comunicarnos con honestidad e intención.
Como puedes ver, adoptar una comunicación asertiva es clave para afrontar conversaciones difíciles de manera constructiva y eficiente. De esta manera nos expresamos de manera respetuosa y clara, sin menospreciar ni atacar a los demás.
Al utilizar la comunicación asertiva, fortalecemos nuestras relaciones personales y profesionales, fomentando un ambiente laboral más positivo y donde se promueve la resolución de conflictos, la colaboración y el trabajo en conjunto.