Ya no hay para dónde moverse: las empresas que destruyen al planeta para seguir su ambición están destinadas a desaparecer. La historia de Aires de Campo nos demuestra que ser sustentable es también un buen negocio.
“Tiene más de 20 años y es mi hijo mayor”, dice Guadalupe Latapí, cuando habla de Aires de Campo, la empresa que fundó en 2001 con el objetivo de crear una red de productores orgánicos en México.
“Más que un problema, la pasión que me inspiró, lo que vi, fue el reto de darle un valor agregado a los productos del campo mexicano y empezar a abrir un mercado casi inexistente en México, el de los productos orgánicos”, cuenta.
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Desde hace décadas, el campo representa el sector social y productivo con mayores condiciones de rezago y vulnerabilidad, pues 65 por ciento de sus habitantes son pobres multidimensionales y 23 por ciento están en pobreza extrema, según un estudio de la Cámara de Diputados.
Ante esta realidad, cada decisión que Guadalupe ha tomado ha estado basada en seguir su misión de ser un canal especializado en productos orgánicos y sustentables en un esquema de comercio justo, creando valor a productores, comerciantes y consumidores.
En 2002, la startup había integrado a sus primeros cinco productores. Para 2006, cuando aún eran pocos los consumidores conscientes, logró entrar a las tiendas de autoservicio con un catálogo de 20 productos. Hoy trabaja con más de 80 productores del campo y comercializa más de 600 productos diferentes.
En septiembre de 2011, Grupo Herdez compró 50 por ciento de Aires de Campo, lo que permitió acelerar su crecimiento y llegar a más puntos de venta.
A pesar del éxito de este negocio, que fue pionero en el sector de alimentos orgánicos, Guadalupe no se detiene.
“No sé por qué, me gusta llevar la contraria. Muchas veces mi equipo ya tiene una idea y llego yo y cambio todo. Eso me apasiona, la parte de innovación. Hay tanto por hacer todavía porque estamos súper atrasados en la transformación orgánica en México.”
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La industria alimentaria contribuye con el 10.1 por ciento de la contaminación por gases de efecto invernadero, según la Unión Europea.
Uno de los impactos más fuertes es en el agua. Según datos de la ONU, el sector de la alimentación consume el 70 por ciento de los recursos hídricos del planeta y provoca casi el 10 por ciento de las emisiones globales de CO2.
Este panorama obliga a las empresas como Aires de Campo a usar indicadores de su impacto positivo en el medio ambiente y a ser cada vez más transparentes sobre sus procesos, dice Santiago Martínez Casas, Head of Business Development de Kolibrí, una consultora de gestión dedicada a diseñar e implementar estrategias ambientales de alto impacto, adaptadas siempre al modelo de negocios de cada uno de sus clientes.
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Para Santiago, las presiones sobre las empresas para que sean sustentables son cada vez más fuertes: primero, por parte de los consumidores más conscientes, pero también de las regulaciones de los países y de los inversionistas.
“Las mismas organizaciones, incluso puertas adentro, se dan cuenta de que sus mismos colaboradores quieren generar el bien”, dice.
Por eso ninguna empresa debe esperar que las presiones lleguen para cambiar, sino empezar un cambio de paradigma no sólo para sobrevivir el negocio, sino para hacerlo crecer.
“La sustentabilidad es un buen negocio. Eso es algo que tenemos que grabarnos.”