La sustentabilidad y las finanzas corporativas deben trabajar de la mano y tienen la capacidad de generar impacto positivo al tiempo que representen beneficios económicos y operativos.
La sustentabilidad es un término que llegó para quedarse y que encontramos en infinidad de sectores, productos, servicios y estrategias. Ha permeado a las cuestiones corporativas y ya es (o debería ser, en diversos casos) el modelo a seguir para alcanzar objetivos de distintas naturalezas en el mediano y largo plazos.
¿Qué significa ser sustentable o que algo sea sustentable? ¿Está necesaria y absolutamente ligado a cuestiones ambientales? La respuesta más adecuada es sí, sin embargo, no se limita a ello cuando nos referimos a las partes financiera y corporativa.
En resumen, se trata de responder a los retos económicos de las empresas sin descuidar la agenda entorno a fenómenos como el calentamiento global, el daño al medio ambiente y buscan un impacto positivo duradero a través de factores financieros tradicionales y otros que son relativamente nuevos, como el término ASG (factores Ambientales, Sociales y de Gobernanza).
Sustentabilidad en la industria del papel, una realidad
De acuerdo con el Instituto Interamericano de Mercados de Valores, las finanzas corporativas sostenibles replantean la concepción cualitativa de la misión de las compañías, al velar por la maximización del valor en sí mismo, y no sólo de la rentabilidad de los accionistas.
Es decir, plantean la ampliación del objeto de la compañía hacia un enfoque multifacético que integra e interrelaciona los factores ambientales, sociales y económicos.
A partir de este planteamiento, es válido preguntarnos si los distintos instrumentos existentes realmente responden a las necesidades de la empresa y a las metas sustentables.
Establezcamos un ejemplo que nos proporcione una perspectiva más amplia al respecto: en un hotel típico de 150 habitaciones, el costo promedio de lavandería es de más de 200 dólares al día.
A lo largo de un año, ese hotel gastará aproximadamente 75,000 dólares en sus operaciones de lavandería y, de ese total, alrededor de 25 por ciento será en reemplazar ropa blanca.
Al quitar manchas de manera efectiva, un hotel puede optimizar sus operaciones de lavandería y ahorrar dinero porque reduce la necesidad de comprar ropa blanca nueva, además de ahorrar recursos como agua, energía y tiempo laboral.
Es decir, si se invierte en tecnología de lavado, se ahorra dinero, recursos naturales y se reduce el tiempo de trabajo del personal encargado de la lavandería de un hotel. Ello cumple con la definición de finanzas sustentables… decisiones corporativas que influyen en favor del medio ambiente sin comprometer la rentabilidad de la compañía (e incluso mejorándola).
¿Qué pueden hacer las empresas para combatir la crisis hídrica?
La gran cuestión, en buena medida, consiste en saber en qué áreas, procesos u operaciones es posible realizar ajustes que tengan un impacto positivo.
Para identificar estas áreas de oportunidad es indispensable contar con el conocimiento adecuado en uso de tecnología, manejo de datos, de herramientas disponibles o simplemente contar con la asesoría de un experto en la materia.
Si lo pensamos en términos de agua, ¿sabes cuántos litros se consumen en cada uno de los procesos productivos y operativos de tu empresa?, ¿sabías que existen herramientas gratuitas que contribuyen a la gestión del agua en cualquier industria?, ¿estás consciente de que el ahorro de recursos también significa la reducción de costos y el cumplimiento de regulaciones?
En resumidas cuentas, la sustentabilidad y las finanzas corporativas deben trabajar de la mano y tienen la capacidad de generar impacto positivo al tiempo que representen beneficios económicos y operativos.
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