El mercado laboral enfrenta uno de sus momentos más desafiantes en la evolución de la humanidad, no sólo por los efectos colaterales que ha traído la pandemia, sino porque las pocas oportunidades que existen se enfrentan a una oferta de talento que carece de ciertas habilidades críticas.
Esto se vuelve aún más preocupante, si consideramos que la pandemia ha propiciado la pérdida de más de 400 millones de empleos1. Por lo anterior, no debe extrañarnos que esta crisis sea discutida en diferentes consejos, gabinetes y reuniones de líderes globales, con el objetivo de identificar los mecanismo más ágiles y efectivos para cerrar esta brecha entre talento y las exigencias del mercado, en beneficio de las actuales y futuras generaciones.
Entre las habilidades que son esenciales en el transformado mercado laboral, se encuentran el pensamiento analítico y crítico, estrategias de aprendizaje, solución a problemas complejos, creatividad, iniciativa y originalidad, liderazgo, influencia social, uso de tecnología, programación, resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad. Aunque muchas disciplinas pueden otorgar estas características, vemos en las profesiones STEM un detonador para cerrar la brecha.
En respuesta a esto, el Banco Interamericano de Desarrollo indica que los trabajos asociados con áreas científicas serán los que experimentarán mayor crecimiento de aquí a 20302. Si bien es necesario tener un marco técnico, debemos poner especial atención en nuestra capacidad para desaprender los viejos paradigmas y adquirir conocimientos que nos permitan enfrentar el futuro entorno laboral.
Para ejemplificar la necesidad de adaptarse al avance tecnológico, tenemos a las generaciones que aprendieron lenguajes de programación antiguos, los cuales ahora son obsoletos. Hoy, solamente quienes poseen la capacidad de pensamiento científico, que hayan aprendido y desarrollado sus procesos cognitivos en términos de cómo generar una hipótesis y comprobarla, al tener un espectro más amplio de habilidades, tendrán una ventaja frente a los demás. Sin embargo, también vemos que las habilidades blandas son igual de relevantes para los perfiles de profesionales que demanda el mercado.
Según la encuesta del Financial Times, FT’s 2018 Skills Gap Survey5, los empleadores de distintas industrias prefieren profesionales que puedan solucionar problemas, jerarquicen y trabajen en equipos multidisciplinarios. En adición a lo anterior, un estudio realizado por LinkedIn a 291 directores de Recursos Humanos en Estados Unidos, señala que para los reclutadores es fácil encontrar a personas que cuenten con los conocimientos técnicos para su área de desarrollo, pero les cuesta trabajo hallar a quienes tengan competencias sociales para esos puestos6.
En los últimos 25 años, la educación STEM ha evolucionado para convertirse en una base de conocimientos y un conjunto más cohesivo de habilidades esenciales para la economía del siglo XXI. Ahora estas disciplinas también combinan los conceptos académicos de rigor con aplicaciones en la realidad y así, los estudiantes establecen conexiones entre la escuela, la comunidad, el trabajo y el mundo en general3.
El enfoque STEM promueve, además del gusto por la ciencia, actitudes de exploración, reflexión y pensamiento crítico, sin dejar de lado la colaboración y la comunicación. Esto significa el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, entre las que destacan el trabajo en equipo, la puntualidad, ser sociable y creativo, así como tener facilidad de adaptación4.
Dentro de este necesario equilibrio entre la parte técnica y científica con la humanística, podemos destacar tres habilidades requeridas para atender el presente, y que nos permitirán convertir los retos venideros en mejores oportunidades7:
Habilidades tecnológicas: incluyen manejo de tecnología avanzada, programación, competencias digitales, metodología para la investigación científica e ingeniería. Éstas serán las más demandadas y se deben fortalecer para sacar el máximo rendimiento al trabajo, aprovechando todos los beneficios que la automatización y la inteligencia artificial ofrecen.
Habilidades cognitivas avanzadas: creatividad, capacidad de decisión, pensamiento crítico, comprensión de información compleja. Éstas son esenciales porque permiten la interpretación de los datos que arrojan las máquinas para tomar decisiones en tiempo real.
Habilidades sociales e inteligencia emocional: incluye la empatía, comunicación, negociación, dotes de liderazgo, emprendimiento, adaptabilidad, capacidad para el aprendizaje continuo, aptitud para el trabajo en equipo y la capacidad de enseñar a otros. Las empresas buscan personas cuyas soft skills les permitan no solamente utilizar o aplicar sus conocimientos, sino ser empáticos y asertivos.
Son muchos los ejemplos de éxito que reflejan cómo estas competencias rinden frutos, independientemente del género: desde Larry Paige y Sergei Brin, fundadores de Google, hasta la física italiana Fabiola Gianotti, primera mujer en dirigir el CERN en Suiza y quien lideró el experimento del Gran Colisionador de Hadrone, quienes además de su competencia tecnológica han sabido liderar equipos multidisciplinarios; incluso también podemos referir a la canciller alemana Angela Merkel, poseedora de un doctorado en química cuántica y con las habilidades necesarias para dirigir un país.
Ante este escenario, en el que la crisis sanitaria a nivel mundial ha provocado la pérdida de millones de empleos y, al mismo tiempo, demanda nuevos puestos de trabajo, aún tenemos la oportunidad de adaptarnos al entorno, buscando el aprendizaje continuo para agregar valor a cualquier actividad que realicemos. Como compañías tomemos la responsabilidad que nos corresponde, la cual inicia atendiendo a nuestros colaboradores, posteriormente cubriendo las necesidades de nuestros clientes y ecosistema; y tercero, contribuyendo a nuestras comunidades para acercar las herramientas que requieren.
Incorporemos dentro de nuestros planes de Responsabilidad Social Corporativa o Ciudadanía Corporativa o Impacto Social (el nombre es lo de menos) programas dirigidos a la comunidad para atender esta urgente necesidad, tanto en generaciones tempranas como en aquellos grupos que ya cuentan con un camino profesional recorrido. Entendamos que en este desafío estamos juntos, iniciativa privada, sector público, sociedad civil y academia.
Acerca de la autora
Raquel Macias es Directora de Asuntos Corporativos y Responsabilidad Social de SAP México. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey y cuenta con estudios de posgrado en la Universidad de San Diego y el IPADE. Ha colaborado en actividades de responsabilidad social enfocadas al empoderamiento económico de la mujer. raquel.macias@sap.com
Referencias
1 news.un.org/es/story/2020/06/1476782
3 www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2018/12/STEM-Education-Strategic-Plan-2018.pdf
4 www.lanl.gov/careers/diversity-inclusion/s3tem/index.php
5 www.ft.com/content/64b19e8e-aaa5-11e8-89a1-e5de165fa619
6 www.linkedin.com/pulse/linkedin-2019-talent-trends-soft-skills-transparency-trust-bersin/
7 dyadigital.com/habilidades-digitales/3-habilidades-profesionales-futuro/
www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs_2018.pdf