La OMS identifica a México como el país con mayor estrés laboral, esto se traduce en depresión, ansiedad y bajos niveles de productividad entre los colaboradores.
La depresión impide vivir bien y, por supuesto, trabajar. Lo sabe María Liliana Toledo Palacios, psiquiatra del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y lo sabe Daniela Rocha, quien ha sido diagnosticada con este padecimiento, pero no lo ha comunicado en su oficina.
“No es fácil decirlo, no necesito sentirme más señalada de lo que ya lo estoy”, confía la joven de 29 años en entrevista. Desde hace tres años labora en una farmacéutica, en el área de investigación. Teme que si lo da a conocer la despidan. “Después de denunciar a un acosador, no estoy muy bien con algunos jefes”, cuenta.
Te puede interesar: 7 tácticas infalibles para combatir a un equipo quemado
Las enfermedades mentales en México, y en todo el mundo, representan un problema de salud pública, comenta María Liliana Toledo, psiquiatra de la Coordinación de Evaluación de Salud en el Trabajo en el Hospital General de Zona 32 del IMSS.
Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que a nivel global más de 264 millones de personas padecen depresión, “una de las principales causas de discapacidad”.
En el 2009, el IMSS otorgó una incapacidad laboral temporal o permanente debido a algún “trastorno del humor” a 27 personas. Entre ellos, “por depresión”. En el 2019, el número llegó a 43. Más que un aumento de pacientes, “esto habla de una mejor detección de ese padecimiento”, señala Toledo.
Los factores de riesgo para desarrollar la depresión son multifactoriales, como el mal manejo del estrés, comenta la especialista. De acuerdo con el IMSS, 75% de la población trabajadora en México padece de estrés laboral. Ese porcentaje coloca al país por encima del estrés que padecen en China (73%) y en Estados Unidos (59 por ciento).
La especialista recomienda a las empresas identificar los factores de riesgo y asumir un papel de verdadera responsabilidad para eliminarlos. Además, sugiere contar con un médico en salud en el trabajo que prevenga y atienda las enfermedades de su población trabajadora.
La depresión en el trabajo es la principal causa de disminución de productividad, de ausencia por enfermedad, pero también de retiro prematuro, detalla Toledo Palacios.
De acuerdo con los resultados de la última Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México, las personas con depresión pierden hasta 2.7 más días de trabajo que aquéllas con otras enfermedades crónicas.
“No es sólo que no vayas, es que cuando vas no rindes. Simplemente no puedes”, explica Daniela Rocha. “Es que no te puedes concentrar, se te dificulta pensar, te sientes irritable”.
Algunos días se ha reportado enferma, asumiendo que le descontarán el día, comenta. “Eso también ha repercutido en que no me tomen en cuenta para algunos proyectos, o que me excluyan de otras maneras”.
Otros días se ha levantado de la cama, cargando esa sensación que pesa toneladas, y se ha ido a trabajar. “Aunque eso es un decir. Intento, pero no lo hago bien”.
María Liliana Toledo define la depresión como un “trastorno mental sistémico e inflamatorio”. Ánimo decaído, alteraciones en el sueño y el apetito que resultan en la pérdida o aumento de peso, son algunas señales. Pero también las “distorsiones en el pensamiento” y fallas en las funciones cognitivas.
Las condiciones de salud mental incapacitantes generan ausentismo laboral. Y esto causa “problemas en las operaciones y en la calidad de los servicios, así como dificultad para alcanzar los objetivos propuestos”. Otro resultado es el presentismo, es decir, acudir al trabajo, pero hacer las tareas de manera deficiente.
Con más de 18.4 millones de personas tan sólo con estrés laboral, según cifras del IMSS, las pérdidas anuales por productividad superan los 16,000 millones de pesos.
La carga económica no es sólo para las organizaciones, sino para las personas que padecen algún trastorno mental. Sus ingresos llegan a ser hasta 33% menores al de otras personas; en 27% es porque no pueden conseguir un empleo, según la encuesta de epidemiología psiquiátrica.
De acuerdo con el reporte Haciendo que la Salud Mental Cuente, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 15% de la población trabajadora en el mundo padece alguna afectación mental grave.
Y la previsión es que “una de cada dos personas experimentará enfermedades mentales en algún momento de su vida, reduciendo sus perspectivas de empleo, productividad y salarios”.
Independientemente de los rasgos de personalidad o factores genéticos, la alta demanda en el trabajo y los bajos niveles de capacidad de decisión pueden ser dos desencadenantes de episodios de depresión, informa María Liliana Toledo.
La organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que los horarios largos y la inestabilidad laboral son otras causas. La OMS indica que el acoso y la intimidación “son problemas frecuentes” que también influyen negativamente en la salud mental.
Más mujeres que hombres tienen un primer episodio depresivo. La prevalencia en ellas es de 11.4% y en los hombres de 7.6%, según la encuesta psiquiátrica. Daniela Rocha comenzó a sentirse estresada y finalmente deprimida luego de haber sido acosada sexualmente por un jefe.
“Lo denuncié en Recursos Humanos y todo empeoró. La cosa es que él sigue donde está y a mí me cambiaron de área. No he renunciado porque tengo deudas, pero hay días que ya no aguanto”, expresa.
Parte de esas deudas son los honorarios de su psiquiatra. Decidió no atenderse en los servicios de seguridad social a los que tiene derecho, porque el tiempo de espera y los trámites eran demasiado, “no podía faltar más de lo que ya lo había hecho antes. Y menos como estaban las cosas”.
En todo el país, “no hay capital humano suficiente”, reconoce Liliana Toledo. “Somos apenas 4,000 especialistas certificados”, agrega. De acuerdo con la encuesta en salud mental, en México, la tasa de psiquiatras por cada 100,000 habitantes es de 3.3 por ciento.
“El reto es que la mayoría de los pacientes no son identificados ni tratados adecuadamente. Son subestimados y la cronicidad tiene un impacto más negativo”, puntualiza.
Ante este contexto, comenta que los derechohabientes del IMSS pueden acudir a medicina familiar, que es el primer contacto. De ahí serán derivados al segundo nivel, que son los hospitales generales de zona, o al tercero, las unidades de atención psiquiátrica de alta especialidad.
El desafío no es menor, coinciden la OMS, la OIT y la OCDE, pero es momento de que las empresas comiencen a hablar de estos temas y velar por la salud emocional de sus colaboradores. Sólo así tendrán organizaciones más saludables y productivas.