El triunfo de Joseph Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, aunado a la victoria de los demócratas tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, abren campo a una inyección de estímulos fiscales no vista con anterioridad.
El déficit público, que actualmente oscila alrededor del 16% del PIB, podría incrementar significativamente y generar consecuencias tanto en la economía norteamericana como a nivel global.
Con excepción de China, la crisis generada por la pandemia del virus SARS-CoV-2 ocasionó una contracción económica sin precedente tanto en países avanzados como emergentes. En respuesta, varios gobiernos y bancos centrales implementaron estímulos fiscales y monetarios agresivos. Si bien estos apoyos permitieron a la economía global superar una de las peores caídas en su historia, también alterarán otras variables tanto en el mediano como en el largo plazo. No sólo el COVID-19 cambió permanentemente algunos patrones de comportamiento humano. También cambió la estructura de la economía.
Ahora, con la ola azul en Estados Unidos (presidencia, Cámara de Representantes y Senado mayoritariamente demócratas), es probable que más paquetes de ayuda fiscal se aprueben para impulsar a la economía norteamericana. El impulso será significativo, como lo será también el efecto permanente sobre las variables económicas de Estados Unidos y el mundo que se detallan a continuación.
Déficit público
Después de ubicarse en -4.8% del PIB en marzo, el balance fiscal norteamericano (ingreso menos gasto) llegó hasta -15.8% del PIB en diciembre. El déficit podría continuar al alza a causa de la ola azul.
El Congreso de Estados Unidos aprobó un primer paquete de ayuda fiscal por 2 billones de dólares1 a finales de marzo y un segundo paquete de 900 mil millones de dólares en diciembre. Ni siquiera en la crisis financiera de 2008 se registró una acción de esta magnitud.
Con Joseph R. Biden en la presidencia, es probable que se brinden más subsidios tanto a personas como a empresas. Desde campaña, Biden ha mostrado inclinación hacia el gasto como herramienta para mitigar el impacto de la crisis económica. Con una mayoría demócrata en el Congreso, es probable que se aprueben más paquetes de ayuda fiscal. De hecho, con base en declaraciones del todavía presidente electo, un tercer paquete podría oscilar los “billones de dólares”.
Aunado a lo anterior, el nuevo gobierno aumentará el gasto en infraestructura dentro de Estados Unidos y dará prioridad a la inversión en energías limpias. Se habla también de aumentos de impuestos para grandes corporaciones que permitirían incrementar la recaudación y expandir el gasto.
En suma, el déficit público de Estados Unidos rebasará el nivel de 15% del PIB que en promedio registra desde junio de 2020 e incluso esta cifra podría duplicarse este año. Todo dependerá de los subsidios que decidan inyectar tanto el presidente como los legisladores demócratas.
Un nivel de deuda tan alto sería cubierto por las futuras generaciones. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda bruta estdaounidense podría pasar de 108% al 131% del PIB en 2020. Si el crecimiento económico genera suficientes recursos para cubrir el servicio de la deuda el problema sería menor, pues economías como Japón, con un nivel de deuda bruta del 266% del PIB de acuerdo con cifras del FMI, no presenta un problema de finanzas públicas debido a que sí puede pagar.
Un incremento del déficit norteamericano impactará sobre otros países si el nuevo gobierno incentiva el gasto a nivel local. La inversión en otros países, entre ellos México, podría verse afectada si surgen estímulos fiscales para que las empresas de Estados Unidos inviertan en ese país. Sin duda, la ola azul traería implicaciones para los flujos de inversión extranjera directa a nivel global.
Inflación
Las expectativas de inflación del mercado han repuntado de forma importante desde marzo. Es probable que éstas continúen al alza durante la administración de la ola azul. Preocupa el reciente incremento en los precios de las materias primas.
Un bajo crecimiento económico resta presión inflacionaria. Más si se registra una caída tan fuerte como la observada en el segundo trimestre de 2020. Efectivamente, la inflación al consumidor de Estados Unidos se ubicó en 1.4% a tasa anual al cierre de diciembre pasado, todavía por debajo de la meta promedio de 2.0% fijada por la Reserva Federal (FED). Por otra parte, llama la atención el reciente repunte en las expectativas de inflación medidas como el diferencial entre las tasas de interés de los bonos nominal y real a 10 años, mismas que aumentaron de 0.5% a 2.0% en diez meses.
Una fuerte inyección de liquidez por parte de la FED2, así como un aumento del déficit fiscal durante la administración de Joe Biden, continuarán incrementando las expectativas de inflación del mercado. Dichas expectativas podrían aumentar todavía más ante el reciente disparo en los precios de materias primas a nivel global.
Aunque el panorama para 2021 todavía es estable, no se descarta que la inflación repunte inesperada y abruptamente si el crecimiento también se ubica por encima de lo previsto. Sin duda, la inflación es una variable que se deberá monitorear cuidadosamente en el mediano plazo, pues podría afectar el comportamiento de los mercados financieros a nivel global.
Dólar
El índice del tipo de cambio del dólar frente a una canasta amplia de divisas se ha depreciado 12% desde el nivel máximo de 2020. La expectativa de un fuerte aumento en el gasto público, así como un mayor apetito por riesgo, podrían continuar debilitando el valor de la moneda norteamericana.
Cuando en los primeros meses de la pandemia el dólar se fortaleció considerablemente al considerarse como un refugio seguro para las inversiones, ahora éste se ha depreciado de forma importante ante un incremento en el apetito por riesgo que ha motivado un fuerte desplazamiento de recursos hacia economías emergentes. El índice de tipo de cambio del dólar frente a una canasta amplia de divisas ha caído alrededor de 12% respecto al pico registrado en marzo pasado. De hecho, es probable que el dólar se continúe debilitando ante la expectativa de un mayor gasto durante la administración de Biden que pudiera presionar el saldo de las finanzas públicas y eventualmente afectar la calificación de deuda soberana de Estados Unidos.
Las monedas de países tanto avanzados como emergentes, entre ellos México, se han fortalecido por los acontecimientos globales que han debilitado al dólar. La efectividad de una vacuna contra el coronavirus aumentaría el apetito por riesgo de los inversionistas y fortalecer aún más a las monedas de otros países.
Tasas de interés
Otro efecto de la ola azul sería el incremento en las tasas de interés de largo plazo. En menos de un mes, y después de haber mostrado una relativa estabilidad desde junio, la tasa de interés del bono norteamericano a 10 años aumentó de 0.90% a 1.10% y se anticipan mayores alzas.
En un hecho inédito, la FED redujo la tasa de interés de referencia 150 puntos base en marzo de 2020 con el objeto de mitigar el impacto de la parálisis económica generada por el coronavirus. El intervalo objetivo de la tasa de interés de fondos federales, que desde entonces se ubica en 0%-0.25%, podría mantenerse en dicho nivel al menos hasta finales de 2023, de acuerdo con la mayoría de los miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la FED (FOMC, por sus siglas en inglés).
Un incremento en la tasa de referencia de la FED ocurriría hasta que la economía recobre niveles de empleo consistentes con el objetivo de crecimiento económico fijado por el banco central o hasta que la inflación rebase, en promedio, 2.0%. Al menos en 2021, ese escenario (por ahora) se ve lejano.
Efectivamente, las tasas de interés de corto plazo oscilarían alrededor de mínimos históricos por varios meses, debido al anclaje de la tasa de interés de referencia. No obstante, la llegada de la ola azul, la promesa de más paquetes de ayuda fiscal, la presión sobre el déficit público y el tipo de cambio, así como el alza en las expectativas de inflación han presionado los niveles de tasas de interés de largo plazo y es probable que esta presión continúe.
De concretarse, un mayor crecimiento económico podría reforzar el incremento de las tasas largas pues toda tasa de interés, considerando que el riesgo país de Estados Unidos aún es bajo, integra un componente tanto real (crecimiento) como nominal (inflación).
A nivel global, el reciente movimiento en las tasas de interés de largo plazo de Estados Unidos ha presionado los niveles de tasas de otros países avanzados como Alemania, Francia y Reino Unido; incluso, las tasas largas en México han mostrado un aumento que refleja el movimiento de las tasas norteamericanas. Dicho aumento, que genera una inclinación de la curva de rendimiento por tasas de interés de corto plazo que se mantienen bajas, podría persistir.
El costo de los estímulos
En la publicación del 8 de octubre de 2020 hablamos sobre el costo que generarían las políticas fiscales y monetarias expansivas que se han registrado en la economía global a raíz de la crisis del coronavirus.
Sin los fuertes estímulos fiscales y monetarios implementados en Estados Unidos y otras economías importantes, la recesión que generó la pandemia probablemente hubiera sido más fuerte y el proceso de recuperación sería más lento. A pesar de que todavía es muy pronto para calcular el costo de los estímulos, no hay que descartar que el incremento de la deuda y las históricas inyecciones de liquidez en el mercado podrían generar un problema de finanzas públicas e inflación. Desafortunadamente, nuestras futuras generaciones serán las que tendrían que enfrentar estos costos.
Sin duda, el cambio de gobierno en Estados Unidos permitirá atender puntos importantes que fueron demeritados durante la administración del presidente Donald Trump. Por otra parte, es importante saber que la ola azul traerá implicaciones económicas importantes que podrían afectar el curso de la economía estadounidense y el mundo en el mediano y largo plazos. Esperemos que estos costos no generen otra fuerte crisis en el futuro.
Acerca del autor
Ricardo Aguilar Abe (@raguilar_abe) es economista con Maestría en Finanzas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Inició su carrera en Banco de México y posteriormente trabajó en distintas áreas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Actualmente es el Economista en Jefe de INVEX. raguilar@invex.com
Revelaciones importantes
Las opiniones expresadas en este artículo representan exclusivamente la opinión del autor y en ningún momento representan la opinión de INVEX Grupo Financiero, S.A. de C.V. o algunas de sus subsidiarias.
Referencias
Bloomberg L.P, “U.S. Treasury Federal Budget Deficit or Surplus as a % of Nominal GDP”, 10 de enero de 2021, base de datos Bloomberg.
Bloomberg L.P, “Generic 10 Year Government Notes”, 14 de enero de 2021, base de datos Bloomberg.
Board of Governors of the Federal Reserve System, “Summary of Economic Projections. FOMC participants’ assessments of appropriate monetary policy: Midpoint of target range or target level for the federal funds rate,” p. 4, 16 de diciembre de 2020. https://www.federalreserve.gov/monetarypolicy/files/fomcprojtabl20201216.pdf
Bureau of Labor Statistics, “Consumer Price Index, December 2020”, 13 de enero de 2020, https://www.bls.gov/news.release/pdf/cpi.pdf
FRED Economic Research, Federal Reserve Bank of St. Louis, “10-Year Breakeven Inflation Rate,” 13 de enero de 2021, https://fred.stlouisfed.org/series/
FRED Economic Research, Federal Reserve Bank of St. Louis, “Total Assets (Less Eliminations from Consolidation): Wednesday Level,” 10 de enero de 2021, https://fred.stlouisfed.org/series/
FRED Economic Research, Federal Reserve Bank of St. Louis, “Trade Weighted U.S. Dollar Index: Broad, Goods and Services,” 6 de enero de 2021, https://fred.stlouisfed.org/series/
World Economic Outlook database, International Monetary Fund, “General government gross debt (percent of GDP),” octubre 2020. https://www.imf.org/en/Publications/WEO/weo-database/2020/October/
11 billón = 1000 miles de millones.
2La FED incrementó su balance de activos de $4 a $7 billones de dólares entre marzo y junio con el objetivo de inyectar liquidez a los mercados y fomentar su buen funcionamiento.