Imaginemos el mundo de principios del siglo pasado, una época en la que no existía el Internet, la comunicación inalámbrica, los viajes espaciales o procesos industriales avanzados que permitieran la distribución global de bienes y servicios. Parece una vida que sólo se ve en las películas antiguas.
Por Raquel Macías
Ahora regresemos al presente, a una sociedad que es capaz de interactuar de manera inmediata a través de diferentes dispositivos, comprar prácticamente cualquier producto por medio de un teléfono inteligente, o hacer diagnósticos médicos oprimiendo un botón.
Y el cambio continúa. Las industrias en todo el mundo se encuentran en constante evolución y la tendencia es que se logre una transformación total en los próximos años gracias a las tecnologías habilitadoras o KET (Key Enabling Technologies). Éstas se caracterizan por ciclos rápidos de innovación con un alto grado de ciencia, tecnología e ingeniería, e impactan directamente diversos sectores económicos.
La crisis mundial actual, provocada por la aparición de la COVID-19, ha servido como catalizador para que muchas empresas inicien su transformación digital, innovando y adoptando procesos que mejoren el quehacer diario, así como la administración de sus equipos.
Nos enfrentamos a un nuevo paradigma en el que la digitalización forma parte de los planes integrales y la estructura de cualquier empresa, uno en el que todos los elementos organizacionales están involucrados: desde clientes y proveedores, pasando por los distribuidores de la cadena de valor, hasta las y los responsables de la administración del talento.
Lo anterior se alinea a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la Organización de las Naciones Unidas emitió en 2015 cuando aprobó la Agenda 2030 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de todos, reduciendo la pobreza, mitigando el cambio climático, mejorando los sistemas educativos y fomentando el libre acceso de oportunidades a mujeres y niñas, por mencionar algunos.
Para incorporar esta visión al sector empresarial, se debe promover la adopción de dichos valores universales dentro de todas las organizaciones, aprovechando la creciente digitalización para construir equipos de trabajo diversos e incluyentes, cerrar cualquier tipo de brechas y diseñar una nueva dimensión social corporativa.
Asimismo, este nuevo paradigma también debe reflejarse fuera de la organización, con la comprensión de que toda empresa tiene un impacto económico, social y ambiental en las comunidades donde opera. En este sentido, la dimensión social empresarial debe ir más allá del valor económico generado para enfocarse en la construcción de puentes de colaboración e innovación entre los distintos actores de la sociedad.
Dicho paradigma puede valerse de la adopción de procesos digitales e innovaciones tecnológicas como Blockchain, Machine Learning o Big Data.
En México existen varios casos de éxito en los que la tecnología está directamente relacionada con el cumplimiento de varios ODS. Uno de ellos es CEMEX, que constantemente sigue buscando cómo abonar a sus compromisos sociales, económicos y medioambientales. Como resultado, logró reducir más de 22% en emisiones de CO2 en comparación con 1990, y llevó su modelo de economía circular a varios países de Europa, con el que se han rehabilitado y mejorado entornos que previamente fueron impactados con procesos productivos.
Esto se ha conseguido mediante una estrategia logística que permite que las canteras explotadas se conviertan en espacios rehabilitados, gracias a una tecnología conocida como Waste Information Form. Este proyecto posibilita que cada año sean reforestadas 500 hectáreas y que estos espacios hoy sean lagos donde conviven diversas especies acuáticas y terrestres.
Otro caso de éxito es el de Grupo Financiero Banorte, primer banco mexicano que participó en los Principios de la Banca Responsable a través de su campaña Banorte Responsable, colaborando en el cumplimiento de ODS como salud y bienestar, educación de calidad, trabajo decente y producción, y consumo consciente, rompiendo con la idea de que la Responsabilidad Social Empresarial era una tarea enfocada a “temas verdes”.
Este resultado se logró gracias a una matriz de materialidad y el uso de plataformas tecnológicas que medían avances y ajustaban los planes. Una de las plataformas permite que sus procesos de compras, pagos y pedidos de cobro sean digitales, lo que se tradujo en la contratación de 21,500 proveedores; de los cuales 97% son mexicanos, contribuyendo así a la generación de empleos y derrama económica local.
Esta colaboración entre innovación y sustentabilidad quedó plasmada en el informe “Tecnología, llave para el desarrollo sostenible”, documento que recoge las experiencias de empresas mexicanas que se han atrevido a dar un paso más allá al apostar por la intersección entre innovación y sustentabilidad.
La tecnología puede generar beneficios económicos para todo tipo de organizaciones, modernizando el tejido industrial, reduciendo costos, optimizando la calidad de productos, e impulsando el crecimiento y desarrollo de sus equipos de trabajo. Pero también puede actuar como habilitadora de desarrollo, con efectos positivos en las comunidades en las que operan, y en un mundo en donde la adopción tecnológica no es una opción, la intersección de estas variables debe formar parte del ADN de cualquier empresa.
Acerca de la autora
Raquel Macias es Directora de Asuntos Corporativos y Responsabilidad Social de SAP México. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey y cuenta con estudios de posgrado en la Universidad de San Diego y el IPADE. Ha colaborado en actividades de responsabilidad social enfocadas al empoderamiento económico de la mujer. raquel.macias@sap.com
Documentos electrónicos
1 sustainabledevelopment.un.org/post2015/transformingourworld