Comprender cómo la combinación de ocupaciones, infraestructura tecnológica y características demográficas de un país ha afectado la capacidad de las personas para trabajar desde casa, puede ayudar a los líderes gubernamentales y empresariales a prepararse para futuras disrupciones.
Los bloqueos, debidos al brote de COVID-19, han subrayado el grado en que algunas personas pueden trabajar mejor desde su hogar que otras, luego del desempeño de sus ocupaciones, situaciones en el hogar u otros factores. Y lo que es cierto, para los humanos se refleja como una verdad para las regiones y las naciones: algunos países están en una mejor posición que otros para prosperar mientras cumplen con el distanciamiento social.
Nuestro equipo de investigación del MIT construyó recientemente un índice que analiza el impacto económico del trabajo remoto en 30 países. Los resultados muestran que las economías desarrolladas probablemente lo harán mejor, principalmente aquellas con una combinación de industrias y ocupaciones que son más propicias para trabajar desde casa, junto con condiciones de apoyo como acceso a Internet y conectividad de alta calidad.
Tanto a nivel macro como a nivel micro, estos hallazgos tienen implicaciones claras para los encargados de formular políticas gubernamentales y los líderes empresariales; incluso, cuando los países reabran sus economías, existe una posibilidad razonable de cierres posteriores, producto de las futuras olas de infección u otros desastres naturales, después de que el COVID-19 haya disminuido; además, muchas compañías están considerando un cambio permanente para trabajar desde casa, como un requisito o como una opción. Ya sea por elección o por consideraciones de salud pública, el cambio en el lugar donde se realiza el trabajo es real, y los gobiernos deben comprender las implicaciones y tomar medidas para posicionar sus economías en consecuencia.
Análisis del cambio fundamental en la naturaleza del trabajo
Al decidir cómo y si es que deben implementarse medidas de distanciamiento social, los gobiernos deben tener en cuenta los costos económicos de hacerlo. Pero esas decisiones afectan a los líderes empresariales de las grandes organizaciones mundiales, quienes determinan cuántos empleados contratar, y dónde y qué debe producir la empresa; así como a los inversores, que determinan dónde asignar el capital. Las regiones donde trabajar desde casa es más difícil, pueden ser más susceptibles a los despidos, por la depresión de la actividad económica, aunado al enfrentamiento de menor demanda de productos. Del mismo modo, las personas que poseen acciones o deudas en regiones que encuentran más difícil cambiar al trabajo en línea, probablemente sufrirán a medida que las empresas locales y los propietarios de viviendas vean disminuir los ingresos y los salarios.
Nuestro índice tiene cuatro componentes: el primero analiza la combinación de ocupaciones en cada nación y el grado en que esas ocupaciones requieren que las personas trabajen muy cerca unas de otras. Por ejemplo, los fisioterapeutas, dentistas y barberos, simplemente no pueden hacer su trabajo sin estar extremadamente cerca de otras personas. Los auxiliares de vuelo, los camareros y otros proveedores de servicios personales tienen limitaciones similares, al igual que muchos profesionales médicos. Las economías nacionales, con una mayor proporción de estos profesionales verán un mayor impacto del distanciamiento social.
Los países más ricos tienden a tener una mayor proporción de trabajadores en servicios personales de alta proximidad. España, Irlanda y Estados Unidos cuentan con más del 10% de su fuerza laboral en tales ocupaciones, mientras que China y Brasil tienen menos del 5%.
La investigación Para los datos de nivel de ocupación, utilizamos O*NET, una base de datos mantenida por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, que rastrea las características de diferentes ocupaciones.[i] Lo comparamos con un conjunto de datos que proporcionó datos de empleo para más de 100 categorías ocupacionales en los 30 países que analizamos. Esos países son: Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Croacia, Chipre, República Checa, Alemania, Estonia, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Nigeria, Países Bajos, Pakistán, Portugal, Rumania, Sudáfrica, España, Suecia, Uruguay y Estados Unidos. La información subyacente para el conjunto de datos proviene de una variedad de fuentes, está agregada en el proyecto de investigación World Ability for Machine Learning (WorldSML). Ese proyecto, coordinado por el Director de la Iniciativa MIT sobre economía digital, Erik Brynjolfsson, proporcionará datos a nivel de país sobre la idoneidad de ocupaciones específicas para el aprendizaje automático. El proyecto dará como resultado una aplicación gratuita y pública de WorldSML, que se lanzará tras la publicación de un documento de investigación adjunto, que se espera para el verano de 2020. |
Por el contrario, otras profesiones son más propicias para el distanciamiento social y el trabajo desde casa. Contrariamente a la intuición, estas no son únicamente ocupaciones de cuello blanco. De hecho, nuestro análisis muestra que muchas ocupaciones de baja tecnología (como trabajadores agrícolas y madereros) y profesiones de alta tecnología (analistas estadísticos y científicos sociales) tienen poca necesidad de proximidad física.
Los componentes restantes del índice son tres factores económicos y demográficos más amplios: acceso a internet y calidad, el porcentaje de hogares con un niño en el hogar y el porcentaje de trabajadores empleados que ya trabajan desde casa en ocasiones. Para ser claros, las cuatro dimensiones que analizamos no son los únicos factores en juego, y otras condiciones podrían contribuir o restar valor a la capacidad de un país para pasar a trabajar desde casa.
Las economías desarrolladas se adaptan más fácilmente
En general, los resultados muestran que los países del mundo desarrollado tendrán el cambio más fácil para trabajar desde casa, aunque estos países tienden a tener una mayor proporción de personas que trabajan en servicios personales de alta proximidad, para lo cual la demanda crece. A medida que un país se hace más rico, sus mezclas ocupacionales más propensas al riesgo se ven compensadas por puntajes sólidos en calidad de Internet, experiencia trabajando desde casa y demografía.
El impacto de una orden nacional, emitida desde casa, varía según el país
Algunas ocupaciones son más propicias para trabajar desde casa y un país con una mayor concentración de esas ocupaciones tendrá una transición más fácil. También entran en juego otros factores macroeconómicos, como el acceso a Internet de alta calidad y si hay niños pequeños en el hogar. En el gráfico, a continuación, los colores más oscuros indican los países donde trabajar desde casa es más difícil. Para ver más de cerca, desplace el mouse sobre las áreas coloreadas del mapa para obtener el valor de un país.
Por ejemplo, Luxemburgo, que terminó primero en el ranking, tiene la tasa de penetración de Internet más alta que cualquier otro país en nuestra muestra, y ocupa el cuarto lugar en la participación de la fuerza laboral con experiencia trabajando desde casa. Para ser un país desarrollado, Luxemburgo está igualmente bien organizado en términos de su mezcla ocupacional, debido a la gran cantidad de científicos, ingenieros y profesionales de administración y negocios.
Suecia ocupó el segundo lugar, porque gran parte de la población activa del país ya trabajaba desde su hogar (29.4% más que cualquier otro país de la muestra). Los fuertes sindicatos, las leyes a favor de los trabajadores y las políticas sociales de Suecia también son factores potenciales que dan a los empleados un mayor grado de flexibilidad laboral.
Completan los cinco primeros lugares países como: Países Bajos, Canadá y Bélgica. Estonia terminó sexto. La combinación de empleos de Estonia es ligeramente más adecuada para el distanciamiento social que la de Suecia, y su calidad de Internet y la proporción de trabajadores, que tienen experiencia trabajando desde casa, son superiores a la media. Estonia es bien conocida por su éxito en mover muchos servicios gubernamentales en línea.1
Estados Unidos clasificó en el decimoprimer puesto e ilustra la compensación que experimentan los países ricos. Entre los 30 países considerados en el análisis, terminó aproximadamente en el promedio en términos de calidad de internet, participación de hogares con niños, además que gran parte de la fuerza laboral ya trabajaba, ocasionalmente, desde su hogar (la segunda con más porcentaje en nuestra muestra). Sin embargo, ocupa el último lugar en la mezcla ocupacional, teniendo mayor proporción de trabajos que requieren proximidad física a otras personas.
Todos los países en desarrollo terminaron más abajo en el ranking. Nigeria ocupó el último lugar y Pakistán fue el penúltimo. Ambos fueron retenidos en sus clasificaciones por una gran parte de los hogares con niños pequeños y la mala calidad de Internet. Brasil y China también estaban cerca del fondo.
China ocupó el puesto 25. Al igual que muchos países de ingresos medios, su mezcla ocupacional tiende a ayudarlo en las clasificaciones (terminó en sexto lugar en esta dimensión). China se ve frenada por la baja calidad y acceso a Internet (donde terminó en décimo octavo lugar), además de tener muchos hogares intergeneracionales; tiene el tercer porcentaje más alto de hogares con un niño menor de 15 años, un factor que puede plantear desafíos para las personas que intentan trabajar en casa.
Esos resultados ilustran el grado en que la mezcla ocupacional de un país contribuye, aunque no sólo determina su posición en las clasificaciones. Los países en desarrollo tienen la ventaja de tener menos empleos orientados a servicios que requieren una proximidad cercana, pero la infraestructura de Internet brinda a las economías desarrolladas una ventaja sustancial; el acceso es doblemente importante, puesto que también facilita a los empleados que trabajaban desde casa antes de la pandemia actual. Y los países desarrollados tienden a tener tasas de fertilidad más bajas, lo que reduce la cantidad de niños pequeños para distraer a los empleados en el hogar. 2
Preparándose para la próxima disrupción
Nuestros resultados muestran que ningún país del mundo está completamente preparado para que todos sus residentes trabajen desde el hogar. Pero hay pasos claros que las partes interesadas pueden tomar para mitigar las consecuencias económicas de futuros shocks a gran escala.
Los líderes gubernamentales pueden seguir el ejemplo de Estonia, digitalizando los servicios gubernamentales y subsidiando la expansión del acceso a internet (Estonia se aseguró de que todas las escuelas del país tuvieran acceso a Internet en 1998). Estas medidas tuvieron efectos tanto directos como indirectos en la capacidad del país para enfrentar la crisis del COVID-19. Directamente, una mejor calidad de Internet facilita que grandes sectores de la población trabajen desde casa. De igual forma, significa que los servicios comerciales importantes pueden suceder independientemente de la geografía; incluso cuando los propios trabajadores del gobierno están trabajando desde casa. Indirectamente, los jefes y empleados que están acostumbrados a interactuar en línea, ya sea con escuelas o con gobiernos se sentirán más cómodos manejando sus obligaciones comerciales de la misma manera.
Los gobiernos también pueden ayudar a las empresas a prepararse para la próxima crisis, diseñando los incentivos adecuados. Por ejemplo, los programas de rescate bien intencionados para apoyar a las empresas y regiones, que no estaban preparadas para el COVID-19, pueden estar creando un riesgo moral que desalienta a las empresas y los líderes locales a realizar inversiones que los prepararían mejor para la próxima crisis.
Del mismo modo, los programas de inversión empresarial de muchos países desalientan involuntariamente a las empresas a realizar las actualizaciones necesarias para ser más resistentes. Cuando una empresa decide reemplazar un servidor heredado o actualizar sus procesos y trasladar sus servicios digitales a la nube, elige entre dos inversiones. Cabe destacar que algunos gobiernos tratan solamente a los primeros como elegibles para deducciones de inversión de capital de información y comunicaciones, lo que desalienta la adopción de las capacidades en la nube y el trabajo desde el hogar.3
Otra forma en que los gobiernos pueden ayudar es desalentando la sobreespecialización regional y la sobreconcentración. Tal es el caso deq los programas de desarrollo económico que a menudo han enfatizado la urbanización o las ventajas comparativas de una región. Estos pasos son esenciales para el crecimiento económico, pero la crisis del COVID-19 ha demostrado cuán precario puede ser ese crecimiento.
Las ciudades tienden a tener una mayor proporción de trabajadores especializados en servicios personales que las regiones suburbanas o rurales, cuestión que los hace más susceptibles a la disrupción. Del mismo modo, las regiones que se especializan en industrias que presentan ocupaciones que requieren proximidad física cercana y viajes internacionales fáciles, como el turismo, son más vulnerables que las regiones con economías más equilibradas.
A nivel de una empresa, por supuesto, existe una gran heterogeneidad en la forma en que las organizaciones apoyan a los empleados en su trabajo desde casa. Parte de esta disparidad es inevitable; ciertas industrias, como los servicios personales, enfrentan desafíos mucho mayores para moverse en línea. Pero algunos aspectos de qué tan preparada está una empresa para facilitar el trabajo en línea son una opción.
Otro caso es lo que algunas empresas permitieron, e incluso alentaron, a los empleados a trabajar desde casa antes de la crisis, y estas organizaciones han aprendido de sus experiencias iniciales. La tecnología es un área clara en la que algunas organizaciones han construido los cimientos correctos y otras no. Ha habido innumerables anécdotas sobre sistemas informáticos caídos y llamadas de Zoom interrumpidas. La ciberseguridad también es una prioridad.
La demanda de los mejores hackers y expertos en seguridad digital continuará creciendo. Mirando hacia el futuro, las compañías deberían explorar tecnologías de realidad virtual y realidad aumentada como una forma de sustituir algunos aspectos de las interacciones en persona, que no se traducen fácilmente en una pantalla bidimensional.
Además de examinar su tecnología, los equipos de liderazgo deben evaluar cuidadosamente la distribución geográfica de sus fuerzas laborales. Las compañías multinacionales deberían considerar la distribución de trabajadores que realizan un trabajo similar pero esencial en varios países. Las organizaciones deben equilibrar la seguridad creada por dicho acuerdo, con cualquier economía de escala o ventajas comparativas que renunciarían.
Dentro de las unidades y funciones de negocios, los líderes deben evaluar cómo pueden transferirse las tareas dentro de un rol específico o categoría de trabajo, según las circunstancias. Por ejemplo, ¿puede ahora un trabajador que supervisa operaciones en persona, apoyar en diferentes procesos de forma remota? ¿Están implementados los procesos y las herramientas para respaldar esa transición, como el software, las mejores prácticas documentadas y los canales de Slack? Experimentar para ver lo que es posible antes de una crisis puede ser muy valioso.4
Esta pandemia nos ha traído desafíos a todos, y debemos considerarnos afortunados si el desafío económico es el más difícil que enfrentamos. Perder el acceso a un lugar de trabajo físico puede ser difícil, pero al dar los pasos correctos antes de la próxima interrupción, los líderes del gobierno y las empresas pueden minimizar las consecuencias económicas.
Versión al español: Armando Cintra Benítez
A partir de:
[i] J.I. Dingel and B. Neiman, “How Many Jobs Can Be Done at Home?” working paper 26948, National Bureau of Economic Research, Cambridge, Massachusetts, April 2020.
1 N. Jankowicz, “Estonia Already Lives Online — Why Can’t the United States?” The Atlantic, May 27, 2020, www.theatlantic.com.
2 F. Saltiel, “Who Can Work From Home in Developing Countries?” working paper, Duke University, Durham, North Carolina, April 2020.
3 T. DeStefano, N. Johnstone, R. Kneller, et al., “Do Capital Incentive Policies Distort the Adoption of Cloud Technologies and Big Data?” (paper presented at the CESifo Area Conference on the Economics of Digitization 2019, Munich, Nov. 22-23, 2019).
4 S.H. Bana, “Identifying Vulnerable Displaced Workers: The Role of State-Level Occupation Conditions,” working paper, University of California, Santa Barbara, March 2019; and S. Larcom, F. Rauch, and T. Willems, “The Benefits of Forced Experimentation: Striking Evidence From the London Underground Network,” The Quarterly Journal of Economics 132, no. 4 (November 2017): 2019-2055.