Ante la rápida expansión del coronavirus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad de COVID-19, en varios países se implementaron medidas inéditas con el objeto de proteger la salud de la población y evitar un posible colapso del sistema de atención médica. Y el caso mexicano no ha sido la excepción.
Entre las acciones más drásticas, destacaron el confinamiento (en algunos casos voluntario y en otros obligatorio) de millones de personas; así como la cancelación casi total de actividades sociales, productivas, culturales, deportivas y de esparcimiento.
Además de las medidas orientadas a contener el avance de la pandemia, las reacciones en el ámbito económico tampoco se hicieron esperar; no obstante, éstas no ocurrieron en todos los países, ni fueron de la misma magnitud.
En menos de dos semanas, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) redujo el objetivo de la tasa de interés de fondos federales en 150 puntos base. En menos de tres meses, el balance total de activos del banco central aumentó en 3 billones de dólares; y desde mediados de marzo, la FED ha implementado medidas extraordinarias para proveer de liquidez al mercado y fomentar el crédito a los gobiernos locales, empresas y hogares del país.
Por su parte, el Gobierno estadounidense negoció un paquete de ayuda con los legisladores, que ascendió a 2 billones de dólares; paquete que apoyó desde grandes empresas que enfrentaron riesgos de bancarrota hasta personas que repentinamente perdieron su empleo a causa de la parálisis económica.
En Europa, el banco central de la región inició un programa de compras de activos que al día de hoy asciende a mil 350 miles millones de euros y que permanecerá vigente al menos hasta junio de 2021. Adicionalmente, los gobiernos de los países que integran la Unión Europea aprobaron un paquete de ayuda fiscal de 750 mil millones de euros, compuesto por subsidios y préstamos.
Economías como la de Reino Unido, Japón e incluso Brasil y Chile también han implementado estímulos económicos extraordinarios para mitigar el impacto de una de crisis histórica. De hecho, es probable que los apoyos fiscales y monetarios continúen en algunas regiones a pesar del incremento en el déficit público, en proporción del PIB (de 4.8 a 15.1 por ciento del PIB entre marzo y julio, en el caso de Estados Unidos), aunado a un inminente riesgo inflacionario que podría surgir a raíz de una agresiva expansión de la oferta monetaria.
Pese a la fuerte reacción de las autoridades fiscales y monetarias de varios países, el colapso económico fue inminente. La severidad de la caída no fue la misma y fue relativamente más tenue en aquellos países, donde los estímulos se inyectaron con más fuerza. De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos (BEA, por sus siglas en inglés), el PIB del periodo abril-junio se contrajo a una tasa de 31.7 por ciento en términos trimestrales anualizados, cifra que representa una caída de 9.1 por ciento a tasa trimestral simple.
En Europa, la caída del PIB fue de 12.1 por ciento trimestral, mientras que en el Reino Unido dicha contracción fue de 20.4 por ciento. En América Latina, el PIB de Brasil cayó 11.4 por ciento respecto al nivel reportado para el periodo enero-marzo y México, una de las principales economías de la región, registró una caída de 17.1 por ciento trimestral en el PIB del periodo abril-junio de 2020.
El caso México
La caída del PIB mexicano fue casi tres veces mayor a la reportada en el peor trimestre de la crisis de 1995. Debido a las restricciones a la movilidad, implementadas tanto fuera como dentro del país, los servicios de alojamiento y preparación de alimentos y bebidas; así como los de esparcimiento, culturales y deportivos, mostraron caídas de más de 70 por ciento en tan sólo tres meses. Los servicios de transportación terrestre y área, principalmente de pasajeros, también registraron un desplome histórico.
Ante un súbito incremento en el desempleo, la actividad comercial al mayoreo y al menudeo retrocedió alrededor de 18 y 27 por ciento respecto al trimestre previo, respectivamente. Por su parte, la actividad manufacturera, bastión de la economía nacional, cayó alrededor de 26 por ciento a tasa trimestral.
Ciertos participantes del mercado consideran que la caída del PIB de México, durante el segundo trimestre, hubiera sido menor con estímulos fiscales y monetarios similares a los implementados en otros países al inicio de la pandemia. Independientemente de las opiniones, es un hecho que la economía registró una de las contracciones más severas a nivel mundial.
Si bien lo peor ya quedó atrás, preocupa que en esta coyuntura nuestra economía se podría sostener más de la recuperación del sector externo que de la recuperación generada, a través de nuestros propios medios. Y es ahí donde surgen dos recuperaciones económicas. Dos recuperaciones que muestran comportamientos divergentes.
La recuperación económica generada por el sector externo cobró fuerza en cuanto reabrió la industria norteamericana. De acuerdo con INEGI, las exportaciones de mercancías correspondientes a junio y julio ascendieron a 33 mil 76 y 35 mil 662 millones de dólares después de haberse ubicado en 23 mil 385 y 18 mil 70 millones de dólares en abril y mayo.
Efectivamente, el mayor impulso se observó en las exportaciones automotrices. Asimismo, cifras de actividad industrial de junio revelaron que la producción de equipo de transporte se disparó 250 por ciento a tasa mensual; la de insumos textiles en 100 por ciento, y la de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos en 21 por ciento. Todas mercancías de exportación.
Otras latitudes
En Estados Unidos y Eurozona, los indicadores económicos oportunos sugieren un fuerte aumento de la actividad en el tercer trimestre del año. Luego de caer 31.7 por ciento a tasa trimestral anualizada en el periodo abril-junio, la economía estadounidense podría crecer más de 20 por ciento en términos trimestrales anualizados en el periodo julio-septiembre, según el más reciente sondeo de analistas del mercado.
Independientemente que este incremento se deba a la inyección de estímulos fiscales y monetarios, es un hecho que el rebote en la actividad de Estados Unidos nos beneficia en la parte industrial. La primera recuperación económica de México, la generada por la actividad de nuestros principales socios comerciales, está en marcha y va bien.
La segunda recuperación económica de México, la interna, podría estancarse. Sin duda, después de una histórica caída, la reapertura de ciertos sectores estratégicos desde principios de junio (principalmente construcción y manufacturas) ha permitido que la economía inicie un proceso de recuperación.
Algunos establecimientos comerciales reabren de forma paulatina y operan a un porcentaje de su capacidad. Poco a poco, el tráfico de pasajeros en centrales de autobuses y aeropuertos comienza a reactivarse. A pesar del elevado nivel de desempleo, las ventas de tiendas de autoservicio y departamentales también muestran señales de recuperación e incluso las ventas de autos han crecido alrededor de 22 por ciento mensual en promedio desde abril.
En contraparte, destaca la salida de inversión extranjera directa y principalmente de cartera. El sector de la construcción, que mostraba fuertes señales de debilidad meses antes de la emergencia sanitaria, no logra repuntar significativamente a pesar de la reapertura económica. La inversión en maquinaria y equipo registra tasas anuales negativas desde finales de 2018.
A juzgar por la baja de miles de patrones y empresas en los registros del Instituto Mexicano del Seguro Social, así como por encuestas telefónicas llevadas a cabo por INEGI, es muy probable que la actividad del sector informal haya aumentado significativamente, con repercusiones negativas para la recaudación en la parte de ingresos tributarios. Aunado a lo anterior, la producción petrolera ha alcanzado su nivel más bajo en décadas a pesar de los esfuerzos del Gobierno de recapitalizar Petróleos Mexicanos y generar un despunte de la empresa estatal.
De esta forma, parece que se mantiene un fuerte lastre en el tema de la recuperación interna, producto de una débil plataforma petrolera, falta de inversión privada y un incremento en la informalidad. Hacen falta apoyos que permitan a las empresas evitar la quiebra durante los meses posteriores al confinamiento y, sobre todo, hacen falta empleos en una economía que en el mejor de los casos opera al 50 por ciento de su capacidad.
El crecimiento generado por el motor de la economía interna está prácticamente apagado. El rebote natural en el consumo de bienes y servicios después de tres meses de confinamiento estricto, difícilmente podría mantenerse si no se implementa una política económica que reactive el ingreso a nivel nacional.
La fuerte caída del PIB del periodo abril-junio quedó en el pasado y ahora se registrarán tasas positivas (si bien moderadas) por varios trimestres más hasta que el PIB finalmente regrese a los niveles observados antes de la crisis. Si pudiéramos dividir estas tasas de crecimiento en dos partes, la contribución del sector externo sería mayor que la contribución de la economía interna.
El problema con una composición de este tipo radica en el desgaste del crecimiento económico global en un entorno donde los estímulos fiscales y monetarios se diluyan o incluso se reviertan. Principalmente si el tema del endeudamiento público o la inflación empiezan a cobrar cada vez mayor relevancia.
Mientras no se implementen medidas que fomenten el crecimiento interno de forma significativa, la tasa de crecimiento total podría ser cada vez menor. Es muy importante que los sectores público y privado acuerden esquemas de colaboración relevantes que detonen proyectos productivos y generen el crecimiento interno que tanto le hace falta a nuestro país.
REFERENCIAS
Board of Governors of the Federal Reserve System, “Open Market Operations” 5 de septiembre de 2020, www.federalreserve.gov.
Bureau of Economic Analysis, U.S. Department of Commerce. “Gross Domestic Product, 2nd Quarter 2020 (Second Estimate),” 27 de agosto de 2020, www.bea.gov.
Eurostat news release, “GDP and employment flash estimates for the second quarter of 2020,” 14 de Agosto de 2020, https://ec.europa.eu/info/index_en.
Instituto Brasileiro de Geografia y Estatistica, Brasil, “Variação trimestral do PIB”, 4 de septiembre de 2020, www.ibge.gov.br.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México, “Producto Interno Bruto de México durante el segundo trimestre de 2020 (cifras desestacionalizadas),” 26 de agosto de 2020, www.inegi.org.mx.
FRED Economic Research, Federal Reserve Bank of St. Louis, “Factors Affecting Reserve Balances,” 3 de septiembre de 2020, https://fred.stlouisfed.org/series/.
Office for National Statistics, United Kingdom, “GDP first quarterly estimate, UK: April to June 2020,” 12 de agosto de 2020, www.ons.gov.uk.